Cuando hemos realizado la tarea que hemos venido a hacer en la Tierra, se nos permite abandonar nuestro cuerpo, que aprisiona nuestra alma al igual que el capullo de seda encierra a la futura mariposa.
Llegado el momento, podemos marcharnos y vernos libres del dolor, de los temores y preocupaciones; libres como una bellísima mariposa, y regresamos a nuestro hogar, a Dios.
De una carta a un niño enfermo de cáncer
Es muy importante pensar en la muerte, en aquello que es más trascendental, en aquello que es Dios.
Todas las personas que plasman su sabiduría y realizan su llamada interior, son bienvenidos en este mundo. Que bonito es esto del amor.
Cristina I. Bastante
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